Trapanazione del cranio

La trapanazione del cranio, un tempo diffusissima anche in Europa, veniva praticata:
1. Come toeletta per ferite al capo con sfondamento delle ossa craniche.
2. Per alleviare gli effetti di una pressione endocranica abnorme (meningite).
3. Per fare uscire gli spiriti, penetrati nel cranio, e che provocano specialmente malattie mentali.

Le tecniche operatorie della trapanazione del cranio erano tre:
– la verticale, incisione dell’osso verticalmente con un coltello di selce;
– la orizzontale, per semplice raschiamento dell’osso;
– l’eliminazione di rotella, delimitando con piccoli fori tramite un punteruolo una zona che veniva eliminata per necrosi o a mezzo di una leva.

Lo strumentario della preistoria era semplicissimo e consisteva in un coltello di selce, o in un raschiatoio o un punteruolo pure di selce.

Le ultime trapanazioni del cranio vennero eseguite in Europa (Inghilterra, Serbia, Albania, Montenegro) sino all’inizio del XIX secolo.

In Africa, fino a poco tempo fa, praticavano l’operazione i Berberi Chauia dell’Algeria, ma come via d’introduzione di medicamenti tra cui “l’olio d’uova” (gialli d’uovo calcinati, zafferano, miele, burro e latte di donna). Una zona del cranio veniva delimitata da tante cavità, raschiando l’osso, che venivano riempite con il “farmaco”. A lungo andare la zona cadeva in necrosi e veniva fatta saltare con un punteruolo, risultandone un cranio trapanato.

Casi recenti di trapanazione del cranio sono stati osservati tra i Bamum del Camerun, come intervento in casi di follia.

In Oceania, la consuetudine era molto generalizzata. L’ultima segnalazione, in Nuova Caledonia, risale al 1911 (T. Sarasin).

Per quanto riguarda l’America, numerose sono le descrizioni di crani trapanati del Perù e della Bolivia nell’era precolombiana. In Bolivia l’operazione veniva ancora praticata nel 1904, ma in forma segreta.

Bibliografia:
Dunare N., 1960. La trépanation, une pratique chirurgicale empirique dans la vie pastorale
des Roumains. 
VI Congr. des Sc. Anthrop.et Ethnol., Roumanie.

– Dunare N., 1961. Trepanation an den Schafen als Volksheilpraktikum in der Karpatiske Schäferei.
Slovensky Nàrodopis, IX, 4, Bratislava.

– Germanà F., Fornaciari G., 1990. Un cranio trapanato di età moderna della Chiesa di S. Maria
della Grazia in Cosimo (Ragusa). 
Archivio per l’Antrop. e l’Etnol., Firenze.

– Guiard E., 1930. La trépanation cranienne chez les  néolithiques et les primitifs modernes.  Paris.

– Lastres J.B., Cabieses F., 1960. La trepanacion del craneo en el antiquo Peru. Univ. Nac.
Mayor de San Marco, Lima.

– Margetts E.L., s.d. Trapanation of the skull by medicine-men of primitive culture with particular
reference to present
  day native east African practice. In: Diseases antiquity, Illinois, U.S.A.

– Pauluch A.,1970.Trepanacja lecznicza i magicza Europie. Archiw Wann Historii Medycyny,
XXXIII.

– Scarpa A., 1956. Le popolazioni attuali inculte praticano ancora la trapanazione del cranio?  
Minerva Medica, a. XLVII, vol. 2, n. 97.

– Schadewaldt H., 1983. Zur Geschichte der trepanation under besonderer
Berucksichtigung der Scadel-Operationen bei den Kissu in  Hochland Westkenias.
Dusseldorfer Arbeiten zur Geschichte der Medizin, Band  57, Dusseldorfer.

Tumi

Strumento chirurgico e sacrificale

Perù (metà XX secolo)
Lega metallica pesante

 

Copia dello strumento chirurgico degli antichi Incas usato per la trapanazione del cranio e per i sacrifici umani e di animali. Veniva impugnato a piene mani e si operava con la parte convessa. I Peruviani incidevano la scatola cranica in modo da ottenere un frammento osseo quadrato che poi veniva eliminato.
Molto diffusa nel passato la trapanazione del cranio (Indiani della Costa Ovest del Canada), era praticata per pazzia, epilessia, dolore di testa, intrusione di spiriti.
La parte bassa del Tumi era costituita da una lama a forma di mezzaluna e l’impugnatura raffigurava il Dio Inca Tumi.

 

Crani trapanati

Fotografie

Perù (-)

 

Riportiamo quanto scritto da F. Cabieses in “Apuntes de Medicina Tradicional” tomo 1, ed. Diselpesa, Lima, 1993 (p. 123-126).

“Trepanación craneana
La apertura del cráneo como procedimiento curativo es un asunto diferente. Existe tal cantidad de material arqueológico que nos señala la importancia que este acto tenía dentro del contexto médico de los antiguos peruanos, que se hizo imperativo tratar de este tema en forma separada en varias publicaciones aparte.

La trepanación del cráneo es un elemento cultural muy importante en el Perú antiguo. Pero es también un elemento cultural muy difundido en todos los pueblos primitivos, desde la época del Cro-Magnon.

 

 

Continua

En varias publicaciones previas me he ocupado de este interesante elemento cultural que no podía dejar de interesarme en mi condición de neurocirujano y en mis ilícitos amores con la historia. Mis primeros pasos en este tema los dí en el libro que publiqué en 1956, con el maestro Lastres, que fue después seguido en el capítulo “La ventana del alma” de mi obra sobre “Dioses y Enfermedades”. Frecuentes conferencias y artículos sobre tan facisnante asunto son el fruto de mi compromiso con el ancestral cirujano peruano.

La trepanación del cráneo es una de las intervenciones quirúrgicas más antiguas en muchos grupos étnicos en el mundo. Es común en la cirugía primitiva de todos los tiempos y de todos los ambientes geográficos. Tribus primitivas contemporáneas del Africa y de Oceanía la practican con éxito y con impunidad, lo que la despoja del aura de excelencia quirúrgica con la que algunos malinformados panegiristas del antiguo Perú quieren disfrazarla. Pero es indudable que, dentro de su categoría de cirugía primitiva, los paleopatólogos califican con la más alta nota a la cirugía del cráneo en el Perú prehispánico, por su evidente éxito, su frecuencia y su atrevida tecnología. Algunos antropólogos han mencionado la aparente supervivencia de este elemento cultural en algunos grupos de la región del Titicaca. La evidencia es corta y esporádica.

Volviendo a la cirugía ritual y a la cirugía simbólica, quizás estos actos quirúrgicos simbólicos, o actos semiquirúrgicos si así se les quisiera llamar, son el eslabón entre la cirugía y la medicina interna primitiva. La relación entre los procedimientos curativos empíricos y racionales de la medicina “externa”, y los actos terapéuticos obscuros y mágicos de la medicina “interna”. Jiménez Borja ha llamado la atención hacia el hecho que la medicina “externa”, que se origina en el fragor de la batalla y se ocupa de las urgentes y obvias lesiones óseas, heridas, quemaduras, etc., actúa bajo la premura del tiempo y ante la angustia de la situación, directamente en el sitio, ante las miradas de todos los presentes y en pIena luz del sol. En cambio, ante los misteriosos problemas planteados por las dolencias “internas” , el médico recurre al secreto de la noche, al simbolismo y a la magia.

Los instrumentos
Otro punto de mucho interés en esta discusión es relativo al instrumental quirúrgico. Entre los autores modernos que se han ocupado de esto, los principales son: Tello, Quevedo, Weiss, Graña y colaboradores.
Con enorme entusiasmo, pero manteniendo una estricta objetividad, el maestro Tello nos relató personalmente la emoción que lo invadió cuando encontró en una de sus excavaciones, una serie de instrumentos quirúrgico. Estaban en un paquete que halló en una de las cavemas de Paracas y contenía cuchillos de obsidiana con mangos cubiertos de costras de sangre y una pequeña cucharilla hecha de diente de ballena. Los cuchillos de obsidiana eran de diversos tamaños: algunos eran puntiagudos y correspondían a las descripciones que Garcilaso hace de las lancetas utilizadas para la sangría; otros eran verdaderos cuchillos quirúrgicos que podían cortar fácilmente las partes blandas del organismo. Otros eran más grandes y aparentemente podían ser usados para aserrar el hueso. Previamente, en relación a los hallazgos arqueológicos de Yauyos, el mismo Tello había descrito los punzones de “Champi” y había llamado la atención sobre su posible utilización en la técnica de la trepanacíon lIamada “corona de ebanista”. Es también debido al celo investigador de este genial pionero de la arqueología peruana, que se pudo encontrar la tumba de un curandero en la Huaca Malena, del Valle de Asia, donde se hallaron gran cantidad de instrumentos médicos y quirúrgicos.

Quevedo describió una serie de instrumentos de posible uso quirúrgico. Entre elIos, nos muestra una gran variedad de tumis de diferente tamaño y forma que, según este autor, eran utilizados únicamente para cortar las partes blandas. También menciona la presencia de agujas de diferente tamaño y grosor, todas metálicas, “que probablemente se utilizaban para suturar”. Más adelante en su disertación se refiere a un instrumento curvo que le da la impresión de haber sido utilizado en la misma forma que lo que ahora se llama “sonda acanalada”, así como un tipo de cuchillo cuya forma le hace sospechar a Quevedo que “pudo haber sido utilizado para denudar el periostio, mientras que podía servir como cureta”. Y cuando contempla unas pequeñas pinzas que se encontraron también en esa tumba, piensa “si no sería posible” que hubieran sido utilizadas como pinzas hemostáticas.

Cuando Francisco Graña y sus colaboradores discutieron los diversos instrumentos quirúrgicos, rechazaron la posibilidad que los cuchillos de obsidiana de Paracas fueran utilizados como perforadores mediante el movimiento rotatorio de las manos. Realizaron varios experimentos que les hizo posible apreciar que, si la obsidiana era utilizada en esta forma, se desintegraban fácilmente los bordes de la piedra. Por consiguiente, llegaron a la conclusión que estos instrumentos eran utilizados en forma de sierra y no en forma de taladro. Con respecto a las pinzas, estos autores piensan que “con toda seguridad” eran utilizados en la sutura de las partes blandas y también para “sellar los extremos de los vasos que iban a ser ligados”.

Graña y sus colaboradores también se refieren a las agujas que eran de formas diferentes y con la particularidad de ser maleables, permitiendo adaptarlas al radio necesario. En varias partes de su monografia estos autores insisten en que el tumi no puede utilizarse para cortar el hueso, sino solamente para incidir el cuero cabelludo. Todo, desgraciadamente, es puramente especulativo.

Como en todo su trabajo etnológico, Weiss limita cuidadosamente la descripción de los instrumentos y es muy discreto en la interpretación de sus hallazgos. Cree que, a pesar de la opinión de muchos autores, hay poca probabilidad de que el tumi, en su forma típica, pueda haber sido empleado como un instrumento quirúrgico. Piensa que, probablemente, los instrumentos quirúrgicos hayan sido hojas cortantes pequeñas, similares a los cinceles, y recalca la similaridad de los instrumentos cortantes que se encontraron en la tumba del hechicero de la Huaca Malena con el moderno escalpelo quirúrgico, considerando que se trata de un ejemplo excelente de convergencia cultural. Juzga además que éI progreso de los antiguos peruanos en la utilización del cobre, que les permitía fabricar instrumentos de gran variedad de formas, no logró desplazar por completo a los cuchillos de obsidiana cuya dureza y filo nunca fueron sobrepasados.